Una hembra de petrel gigante del sur fue recapturada en la Isla Gran Robredo, equipada con tecnología moderna para estudiar sus movimientos, destacando la importancia de la conservación marina en la región de Chubut.
Una hembra de petrel gigante del sur fue recapturada en Patagonia Azul, Chubut, 20 años después de su nacimiento. El ave, equipada con un dispositivo electrónico, está siendo estudiada por el Laboratorio de Ecología de Predadores Tope Marinos del Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR, CONICET), liderado por el Dr. Flavio Quintana. Esta recaptura se llevó a cabo mientras criaba a su pichón en la colonia de Isla Gran Robredo.
La hembra, bautizada como CAL, tenía un anillo colocado por el mismo equipo de investigadores hace dos décadas, cuando era un pichón de dos meses. Este descubrimiento es parte de un estudio a largo plazo sobre las colonias de nidificación del Petrel Gigante del Sur, que revela datos clave sobre la especie y la historia de vida de individuos como CAL.

El Petrel Gigante del Sur es el más grande de los petreles del mundo, desempeñando un rol crucial en el ecosistema marino como depredador y carroñero. En Argentina, las únicas colonias de cría de esta especie se encuentran en Patagonia Azul, en la costa del Chubut, específicamente en las Islas Arce y Gran Robredo. Estas colonias son esenciales para la biodiversidad marina y destacan la importancia de conservar los sitios de nidificación y el mar circundante.
Durante la temporada de cría del año 2004, el equipo del Dr. Quintana anilló varios pichones en Gran Robredo, incluyendo a CAL, quien llevaba un anillo amarillo grabado con su nombre. A lo largo de los años, algunos de estos petreles anillados han sido observados en lugares tan lejanos como Australia y Nueva Zelanda.
A principios del año 2024, el equipo de investigadores, en colaboración con la Fundación Rewilding Argentina, volvió a Gran Robredo para marcar petreles adultos y pichones con dispositivos electrónicos. Para su sorpresa, uno de los adultos capturados fue CAL, que aún conservaba su anillo original. Este hallazgo demostró que CAL probablemente regresa cada año a su lugar de nacimiento para reproducirse y criar a sus pichones.
El registrador que porta CAL ha revelado los extraordinarios vuelos de cientos de kilómetros que realiza a lo largo de la plataforma continental argentina, con la zona del talud en las 200 millas siendo una de las áreas más importantes para la obtención de alimento.
El Dr. Quintana señala que “los petreles gigantes son longevos: pueden vivir varios años. Tienen una maduración reproductiva tardía, a partir de la cual solo crían un pichón por año. Esta lenta reproducción los hace particularmente vulnerables al impacto de las actividades humanas en el mar”.
Los datos obtenidos subrayan la importancia de estudiar y conservar especies clave para el ecosistema marino, amenazadas por el desarrollo de actividades humanas no reguladas. Además, nos acercan a maravillosas historias de vida como la de CAL, merecedoras de nuestra admiración y compromiso para que sigan habitando nuestro planeta.