Los majestuosos guanacos (Lama guanicae) han encontrado su hogar en el impresionante escenario del Parque Nacional Los Glaciares, y su presencia en este entorno natural es digna de admiración. En esta entrega, exploraremos la vida y las notables adaptaciones de estos emblemáticos herbívoros de Sudamérica que han sabido conquistar diversos hábitats en 17 de nuestras áreas protegidas, incluyendo los parques nacionales Monte León, Aconquija, San Guillermo, Talampaya y Tierra del Fuego.
Los guanacos, los mayores de los camélidos silvestres de nuestro continente, se destacan por una serie de adaptaciones anatómicas y fisiológicas que les permiten prosperar en condiciones extremas. Desde el frío de las altas montañas hasta las vastas llanuras, estas criaturas sobreviven con gracia y destreza.
Uno de los aspectos más asombrosos de los guanacos es su dentadura especializada, diseñada para cortar pastos duros y hojas que forman la base de su dieta. Pero lo que hace aún más sorprendente a esta especie es su contribución al equilibrio del ecosistema. Al alimentarse, los guanacos cortan los pastos sin arrancar las raíces, permitiendo que las plantas rebroten y manteniendo el suelo intacto. Esto, a su vez, previene la erosión del suelo, una labor importante en la conservación de los hábitats naturales.
Además de su impacto ecológico, los guanacos también tienen una historia fascinante que contar en el ámbito de la conservación. Su hábitat en el Parque Nacional Los Glaciares es un testimonio de la habilidad de esta especie para sobrevivir en entornos desafiantes y variados, donde la vegetación, el relieve, el clima y la presencia humana difieren ampliamente.
Fuente de Fotografía: Guardaparque Samanta Subires