El debate sobre el futuro de YCRT (Yacimientos Carboníferos Río Turbio) ha vuelto a encender alarmas en la Cuenca Carbonífera, especialmente entre quienes vivieron las consecuencias de la privatización en los años 90.
Juan Pablo Neto, un jubilado de la empresa, recordó con dolor la experiencia de la concesión al empresario Sergio Taselli en 1994, un período que describe como de «promesas incumplidas» y «aprovechamiento».
«Yo lo que estoy advirtiendo, por lo menos trato de decir, es que no se le vayan a dar a un empresario porque el Estado nacional invirtió en el interconectado, invirtió en la usina, en las máquinas de mina«.
Neto detalló cómo Taselli, quien recibió subsidios del Estado, no cumplió con las inversiones prometidas y se centró en obtener ganancias rápidas, dejando un rastro de desmantelamiento en YCRT.
«Nosotros ya lo vivimos, lo sufrimos y te digo, nosotros luchamos», afirmó con voz firme, recordando cómo se movilizaron, cortaron rutas, y hasta llegaron a la Cámara de Diputados para reclamar por sus derechos.
La historia se repite con nombres diferentes, pero con los mismos temores. Neto recuerda que, durante la privatización de los 90, de los 1300 trabajadores originales, solo 700 quedaron cuando Taselli dejó la concesión en 2003.
«El empresario prefería echar a un compañero nuestro, buscaban que se vayan con retiros voluntarios o jubilaciones anticipadas, mientras metían a otros con sueldos mínimos, sin derechos», relató.
Finalmente, el ex trabajador hizo un llamado de atención sobre el presente: «Esto fue una flexibilización laboral y a ese es lo que apunta este Gobierno nacional también».
«Nosotros veníamos de la década del 80 o la década del 90, cuando vinieron las privatizaciones. Justamente en el 94, nos tocó con Taselli», relató Neto. En ese entonces, YCRT contaba con casi 3.500 trabajadores, quienes enfrentaban condiciones extremadamente difíciles.
«Teníamos que sacar el carbón de casi 600 metros de profundidad, transportarlo 13 km hasta la planta depuradora, y de ahí llevarlo a Río Gallegos, 280 km en un trencito hasta el puerto, donde los compañeros de Punta Loyala lo cargaban en barcos para llevarlo a San Nicolás», detalló.
La desinversión fue uno de los principales problemas durante la gestión de Taselli. «En casi 10 años, el privado no invirtió nada; al contrario, se llevó casi todas las herramientas», lamentó Neto.
La denuncia de la falta de inversión y el saqueo de equipos fue constante durante ese periodo. «Le dieron carbón subsidiado para venderlo en San Nicolás, le dieron todo un sistema para que él trabaje y gane dinero, y encima se llevó las máquinas nuestras«, agregó con indignación.
Impacto en los operarios
El impacto de la privatización fue devastador, tanto a nivel laboral como social. «Hemos dejado casi 200 compañeros por accidentes, fallecidos. Nosotros hemos peleado fuertemente para que se haga una usina en boca de mina«, expresó Neto. La lucha por la creación de la usina en boca de mina era vista como una solución para evitar el largo y costoso transporte del carbón, y para generar energía localmente.
Con la llegada de un interventor en 2003, comenzó una nueva etapa de inversiones significativas en YCRT. «Se han comprado cinco equipos de frente largo en Polonia, se han comprado tornos, equipos de mina de alto y 10 tuneleras para carbón, dos tuneleras para roca«, explicó Neto. Además, se llevó a cabo el interconectado de Choele Choel para integrar el carbón de Río Turbio en la ecuación energética del país.
Sin embargo, a pesar de las inversiones, la incertidumbre persiste. «Hoy se está sacando carbón a full, las máquinas están funcionando, pero hay complicaciones con el distribuidor de la energía«, señaló Neto, cuestionando quién es el responsable del interconectado y de la distribución energética. «Hay un montón de cosas que uno no entiende en esta situación«, confesó.
En la actualidad, YCRT emplea a 2200 trabajadores que operan en la mina, los talleres, la administración y las dos usinas (una de ellas ya vieja). «Lo mejor que tenemos es que se tenía el carbón para quemar acá y generar energía, porque se hicieron dos módulos: uno de carbón y el otro de gas»–
Según comenta Neto, «los compañeros han logrado acoplar entre 40 mil y 50 mil toneladas de carbón en Punta Loyola, listas para ser embarcadas». «Todos los sectores están en plena actividad», agrega, aunque la distribución sigue siendo un desafío con solo un tren operativo para cubrir los 280 km que separan Río Turbio de Río Gallegos. Sin embargo, se ha conseguido otra locomotora, y existe la posibilidad de incorporar más, lo que podría mejorar el transporte del carbón.
La inversión verdadera
Neto expresa su preocupación ante la posible reestructuración de la empresa, que se transformaría en una sociedad anónima.
Él y sus compañeros temen que esta nueva administración pueda desmantelar lo que tanto costó construir. “No es que el Estado no haya puesto dinero. Muchos dicen que se robaron todo, pero el que quiera venir a Río Turbio puede ver la inversión que se hizo. Ahí está el interconectado que trajeron desde Choele Choel para que funcionen las dos represas y nuestra usina. La maquinaria que se compró fue millonaria, y está en perfectas condiciones para trabajar y extraer el carbón que se necesita”, afirma.
Según Neto, “tenemos carbón para 400 años. La cantidad de galerías e inversiones que se han hecho para buscar nuevas vetas de carbón es impresionante. Son muchas las galerías bajo el cerro, y son millones de toneladas las que se pueden extraer”.
Neto también recuerda las difíciles épocas de los 90, cuando la falta de inversiones provocó el cierre de muchas galerías principales. Ahora, con la reactivación del proyecto, se han abierto nuevas galerías que permitirán la explotación a largo plazo. Sin embargo, teme que los ajustes del Estado Nacional puedan llevar a una reducción de personal, como ocurrió en el pasado. “Nosotros ya pasamos por esto. En los 90, nos sacaron casi 2000 compañeros con retiros voluntarios, y quedamos solo 700 al final. El retiro voluntario es un engaño. Ningún compañero podrá conseguir trabajo fácilmente en otros lugares, porque hay mucha desocupación”, advierte.