Juan Grabois contó en una entrevista radial que un cartonero entró este jueves al Congreso de la Nación, y que se sintió mal mirado, una mirada que rechaza, por parte de familiares de diputados electos, todos “gente de bien”, de todos los partidos.


El cartonero acompañó a Natalia Zaracho, quien es diputada nacional y también proviene del trabajo como cartonera, durante su juramentación. Además, otro compañero le comentó: «Son la casta de la casta con sus familias», refiriéndose al Congreso Nacional.

En otras palabras, Grabois dijo que el espacio de los representantes, el Congreso, resulta «excluyente para una parte del pueblo». Este cartonero, al estar presente, pudo observar de cerca tanto la estructura política que respaldará al próximo gobierno como a quienes la componen.

Grabois agrega que un cartonero o de las villas o de la economía informal tampoco terminó siendo representado por el gobierno de Alberto. Y lo dice él, que fue parte de la coalición que se va.

Es muy probable que esa falta de representación haya ocurrido a nivel Santa Cruz, incluso a nivel Caleta Olivia; y que haya sido el factor principal de la derrota electoral del frente gobernante saliente.

Se ha escuchado siempre en la Argentina -a modo de queja incluso-, que los pobres no se acercan a los partidos de izquierda porque no la comprenden, o porque sus dirigentes no comparten ni siquiera sus gustos culturales. Algo que sí, supuestamente, ha hecho el peronismo. Bueno, con el gobierno de Alberto el peronismo se alejó incluso de eso. Se alejó hacia un progresismo de discurso, pero no de cambio de condiciones materiales de vida para los pobres.

Entonces, las personas con bajos ingresos terminaron asqueados de ese discurso que hablaba del Otro, de la salida conjunta, etcétera, pero que veían a funcionarios hacer campaña barrial luego de su desayuno en su barrio cerrado.

Este contraste generó un sentimiento de repudio hacia un discurso que no se correspondía con la realidad vivida.
Es decir: ha molestado el disfraz del discurso en esas clases dirigentes.

Que estos errores culturales, de interpretación de “pueblo” sea una lección para quienes pretenden volver alguna vez desde el sector popular como el PJ, que sirva para entender que se debe hacer educación, volver a hablar de historia, de planes de soberanía como los que quería rescatar “Pino” Solanas, por dar algún ejemplo.

Alguien con motosierra viene y habla sin datos, ni historia, y cómo se defienden soberanías estratégicas si nadie ha educado sobre eso en las calles, escuelas y redes. Peor aún: nunca se ha hecho un gesto valedero para defenderlas. (Mucho peor: se amagó con intentó hacer frente a los poderes y se reculó como en el caso Vicentín).

Y claro: que no se cometa el error de hacer un gobierno sólo de gente de clase media alta o alta, gente que se disfraza de peronista para vivir cuatro años de esos cargos.
Porque esos errores culturales y políticos han provocado esto.


En las provincias y ciudades gobernadas por el kirchnerismo sucedió eso, y por eso perdieron. Eso se vio en la provincia de Santa Cruz. Quién viene a decir que el peronismo, el pueblo, la patria es el otro, cuando usufructuaban de cargos políticos cuyos sueldos eran superiores a los de cualquier empleado municipal o provincial de base.

En qué es un pobre, o qué es la pobreza, entra en juego una dialéctica, como la que describió Pierre Bourdieu: “La dialéctica de las expectativas subjetivas y de las oportunidades objetivas opera por doquier en el mundo social y, las más de las veces, tiende a asegurar el ajuste de las primeras a las segundas». De esta manera, suele suceder que lo que le sucede a alguien que sobrevive con poco dinero mensual, cada golpe a su realidad se ve como una catástrofe pero que mientras menos dinero se tenga, más resignación hay a la situación y entonces sobreviene la supervivencia y a creer sólo en las salidas individuales, o en aquellas de golpe de fortuna.

Marcelo d.V. Romero

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